Gracias a que actualmente disponemos de un corpus cada vez más sólido y completo de las antiguas grabaciones, muchas nociones del flamenco que dábamos por inamovibles experimentan una cierta inestabilidad provocada por la aparición y publicación de numerosos documentos sonoros. Este es el caso de la malagueña del Mellizo en la versión de Pepe Marchena que podemos disfrutar en su Obra completa en las 78 rpm, recientemente publicada. A poco que prestemos un poco de oído, nos daremos cuenta de que buena parte de la configuración actual de este cante se debe a su genial impronta interpretativa.
Si nos
remontamos a las primeras grabaciones de la malagueña del Mellizo a las que
tenemos acceso, esto es, a las que grabaron, en la primera década del XX, Rafael
el Moreno de Jerez, Garrido de Jerez y Niño de la Isla, podemos observar que
los ayes finales con que actualmente se remata el cante no estaban presentes
todavía. Prolongaban la última vocal del cante de manera indefinida, pero no
empleaban aún el “ay, ay…” tan característico de la malagueña del Mellizo tal
como hoy la concebimos.
Niño de la Isla
Tales
ayes podemos escucharlos en Vallejo, ya en 1923, (‘A la madre mía’), en Aurelio
Sellés, 1928 (‘A mí me han dicho que la venganza’) y en Cayetano, 1930 (‘Estuve
llorando’), además de Marchena a partir de 1929 (‘Y no me falta el sentío’). Aunque
también, de aquellos años, nos han llegado grabaciones en donde se aprecia una
resistencia a introducir en los cantes los ayes que finalmente terminaron
imponiéndose. Dicha resistencia se puede observar, a principios de los años 30,
en el Corruco de Algeciras o el Chato de las Ventas. En cuanto a
averiguar quién fue el primero en introducir esos ayes, la tarea se presume
harto ardua, pues sabido es que el orden cronológico en cuanto a su aparición
en las casas discográficas no garantiza nada. Tratándose por edad, podríamos
apuntar a Cayetano. Y puestos a señalar a Cayetano, la vereda queda
abierta para sospechar inmediatamente de Chacón, quien como sabemos no registró
la malagueña del Mellizo (tampoco hay descartar que un día podamos
llevarnos alguna sorpresa con la aparición de algún cilindro), aunque sí nos
consta que la interpretaba y de él debieron aprender, naturalmente, los cantaores
más jóvenes.
Al
escuchar, sin embargo, a Vallejo:
a
Aurelio:
a Cayetano:
es
patente la diferencia de ayes que se da entre ellos. Observamos que los ayes de
Vallejo y los de Aurelio son más concisos. Cayetano los prolonga algo más que
Vallejo y Aurelio, pero le falta la perfección y la gracia melódica que logra
Marchena. Será éste quien le otorgue la configuración definitiva. Es el cierre
que servirá de modelo a todos los que vendrían después, desde Caracol a
Mairena, pasando por los cantaores más “rancios”, supuestamente posicionados en
las antípodas de la estética marchenista, como pueden ser Juan Talega, Joselero
o Terremoto. Conviene advertir, por otra parte, que Marchena ha sido el cantaor
más prolífico, hasta la fecha, en grabar esta malagueña: un total de diez en discos
de pizarra. Semejante proliferación podría justificar que su fórmula haya tenido
más facilidad para imponerse que el resto de remates.
Se
cuenta que cierto día Marchena, un poco molesto, le dijo a Mairena: “Cuidado
conmigo, que te puedo descubrir”. Sea o no verdad esta anécdota, es palpable
que don Antonio no pudo sustraerse a la omnipresencia absoluta del maestro
marchenero. No podemos obviar que también tomó de él la media granaína para
introducir la malagueña del Mellizo, aunque posiblemente fuera por vía Aurelio.
Compárese
el remate de Mairena con el de Marchena y juzguen ustedes mismos. Podrán
apreciar lo poco que se diferencian entre sí.