Alameda de Hércules (Sevilla). |
Según apuntan
algunos preclaros lingüistas, los sinónimos absolutos no existen. Siempre hay algún
matiz diferenciador que imposibilita una plena identificación entre dos
términos que a primera vista concilian un mismo significado. Aplicando esta idea
a los términos “bulería por soleá”, “bulería al golpe”, “soleá al golpe” y
“soleá por bulerías”, comprobaremos que ocurre el mismo fenómeno: no son sinónimos absolutos, contrariamente
a lo que sostienen un gran número de aficionados y la práctica mayoría de cantaores.
Para apreciar las diferencias de unos cantes respecto a otros, los iré exponiendo
uno a uno.
Soleá por bulerías
Soleá por bulerías
Para
explicar este cante es preciso que hagamos un ejercicio lógico de abstracción.
Veamos: si entendemos que el cante “X” se interpreta por bulerías, quiere decir que se canta a ritmo de bulerías, tal como la entendemos hoy, sin que este cante
“X” altere su melodía (fandangos por bulerías, tarantos por bulerías, media granaína por bulerías, ranchera por bulerías, tango argentino por bulerías, etc.).[1]
De este modo, la Soleá por bulerías no es otra cosa que una soleá ―con su melodía― a ritmo de bulería. Valgan
como ejemplos estas grabaciones de Antonia “La Perla” y el Chaqueta, con la
soleá de la Andonda y la Jilica de Marchena respectivamente. Observaremos que
la melodía es idéntica a como se canta en su ritmo natural de soleá.
En cuanto a
publicaciones discográficas, hasta donde he podido averiguar, la primera
etiquetación del rótulo “Soleares por bulerías”, aparece para un solo de
guitarra de Luis Maravillas, del año 1949. Posteriormente, también para otro solo
de guitarra, lo encontramos en América, en el año 1955, por obra de Sabicas, en
su disco Queen of the Gypsies. Poco después, en 1958, también en América, el entonces cantaor Enrique Montoya, integrado en
la compañía del maestro pamplonés, interpreta bajo dicho rótulo, uno de
los cortes del álbum Festival gitana (sic.).[2]
Dicho corte consta de la bulería al golpe de Antonio “La Peña”, la soleá de
Frijones y un remate acelerado de bulerías cortas. De nuevo en España, también
en 1958, constatamos el rótulo “Soleá por bulerías” en la Repompa de Málaga, en
un registro donde se perciben tercios de la Andonda a ritmo de bulerías, en el
EP Bailes españoles.[3]
En un single de 1966, “El Lebrijano” recurre
a dicha denominación para aplicarla a lo que tendría que haberse titulado
“Bulerías por soleá” o “Bulerías al golpe”. A partir de este momento pudo
haberse originado, al menos discográficamente, la gran confusión que ha llegado
hasta la actualidad.
Soleá al golpe
Cuando
hablamos de “al golpe” nos referimos a un punto de encuentro indeterminado entre
el ritmo de la soleá y el de la bulería. No es una cosa ni otra. “Al golpe” se
suelen interpretar, siempre en el modo tonal
flamenco (nunca en el modo mayor o menor, pues entonces serían cantiñas),
cantes como romances acompasados, alboreás, gilianas o bamberas. Al igual que
la “soleá por bulerías”, la “soleá al golpe” conserva su melodía. Convencionalmente
se da por válida para este cante la etiquetación de “Soleá por bulerías”,
aunque, conviene insistir, en rigor
tal denominación correspondería al cante anteriormente señalado. La soleá al
golpe es frecuente escucharla en Juan Talega o el Perrate de Utrera, además de
la Niña de los Peines, Antonio Mairena, El Chaqueta en sus grabaciones caseras,
El Cabrero… Veámoslo en la Niña de los Peines en el estilo, nuevamente, de la
Jilica de Marchena (escogido deliberadamente para compararlo con la versión del
Chaqueta), y en una “soleá al golpe” (certeramente así titulada, en mi opinión)
interpretada por el Cabrero, en los estilos de Juan Talega 1 y José Yllanda 2,
siguiendo la clasificación de Soler.[3]
Bulerías al golpe
De
los cuatro cantes expuestos, es con diferencia el más extendido. La inmensa
mayoría de aficionados y cantaores, salvo contadas excepciones, lo denominan
“bulería por soleá”; en Jerez antiguamente (hoy menos) solían llamarla “bulería
para escuchar”. Dicha etiqueta de “bulería por soleá” se halla tan consolidada,
que sería inútil contravenirla. Todos aceptamos, pues, esta denominación.
Cambiarle el nombre resultaría infinitamente más utópico que restablecer la
“granaína” y la “media granaína” a la legítima clasificación chaconiana.[4]
Al
tratarse de un cante “al golpe”, viene a coincidir rítmicamente con lo que
hemos dado en llamar “soleá al golpe”, pero, distintamente a ésta, la melodía
ya no es de soleá. Las melodías de la bulería al golpe tienen entidad propia,
son cantes distintos a la soleá. La clasificación más completa de este cante,
hasta la fecha, la ofrece el hispanista estadounidense Norman Paul Kliman, en su web http://canteytoque.es/. Siguiendo su clasificación, podemos señalar
los estilos de Antonio “La Peña” o
bulería larga (“De terciopelo el vestío”, de Manuel Torre), María “La Moreno” 1 (“Yo me metía por
los rincones”, de Tomás Pavón), María
“La Moreno” 2 (“Que de Hungría vine ayer”, de la Niña de los Peines), bulería corta (“En el estribo estés”,
de Tomás Pavón), Tomás Pavón (“El
sitio donde te hablé”, de Tomás Pavón) y el Sordo la Luz (“Dios te va a mandar un castigo”, del Niño Gloria).
Generalmente estos cantes se rotulaban en los discos de pizarra con el nombre
de “Bulerías”. La primera grabación de bulerías al golpe que aparece con el
nombre de “Bulerías por soleá” me consta que corresponde a “La Andalucita”, del
año “1917?”, según la web de la Biblioteca Nacional de España (http://www.bne.es).
De entre
los cantaores que han registrado este cante con la denominación de “bulerías al
golpe”, podemos señalar a Manolo Caracol, Manuel Agujetas o El Juanata. Han
sido pocos, en verdad, quienes la han etiquetado así. Otros intérpretes que la
han grabado la han confundido con la “soleá al golpe”. Oigamos las versiones de
María “La Moreno”[5] y de Manolo Caracol.
Bulería por soleá
Insisto en
que este título ha quedado fijado para el cante anteriormente expuesto. Sin
embargo, para ser coherentes con la formulación propuesta, en donde “X por Y” significa
melodía por ritmo, hemos de convenir en que se trata de una bulería a ritmo de
soleá. En puridad, este cante es poco frecuente, por no decir insólito. Se
puede rastrear, muy puntualmente, en Fernanda de Utrera, quien solía introducir
el cante de Antonio “La Peña” como preámbulo a la soleá que venía después, Borrico
de Jerez, Curro Mairena, Manuel Agujetas…, y poco más. Escuchemos a Fernanda y
a Curro Mairena.
Por último, quiero señalar que
soy plenamente consciente de que todo lo arriba expuesto queda muy distante de
una aceptación unánime por parte de la afición. Cualquier crítica constructiva o
sugerencia a este respecto para mejorar la entrada será bien acogida. Con este
artículo suspendo temporalmente mi actividad en el blog ―detrás de cada párrafo
hay muchísimas horas de indagaciones―. Ya va tocando ponerme a opositar de
nuevo. Un saludo muy afectuoso para los seguidores y lectores de este blog.
Hasta pronto.
[1]
Observemos que la fórmula “X por Y” es aplicable a distintas combinaciones de
cantes, hasta rayar en alguna ocasión en lo inverosímil. Así, podemos
encontrarnos, por ejemplo, con un cambio de Manuel Molina al golpe (La Marelu)
o una copla por cantiña (La Chiquita
Piconera, de Pepe Pinto). Se puede comprobar que ambas tienen en común que
la X conserva su melodía (cambio de Manuel Molina y copla, en estos
casos). También ocurre lo mismo con los fandangos por soleá que popularizó
Manuel Vallejo, a los que personalmente añadiría como coletilla, para ser más
precisos, “al golpe”, dado que en sentido estricto tienen un ritmo más ligero que
el de la soleá propiamente dicha.
[2] Agradezco a Sergio Garcia y a Paco Canela su oportuna ayuda para poder verificar este dato.
[3] SOLER GUEVARA, L. y SOLER DÍAZ, R. (2004) Los cantes de Antonio Mairena (Comentarios a su obra discográfica), Ediciones Tartessos, Sevilla.
[2] Agradezco a Sergio Garcia y a Paco Canela su oportuna ayuda para poder verificar este dato.
[3] SOLER GUEVARA, L. y SOLER DÍAZ, R. (2004) Los cantes de Antonio Mairena (Comentarios a su obra discográfica), Ediciones Tartessos, Sevilla.
[4]
SOLER GUEVARA, L. y SOLER DÍAZ, R. (1992), Antonio
Mairena en el mundo de la siguiriya y la soleá, Fundación Antonio
Mairena, Málaga.
[5]
Sobre la trocada etiquetación actual de la granaína y media granaína, veáse en
este blog la entrada “Aventuras y desventuras del cante por granaínas”.
[6]
Grabación casera publicada
por Manuel Cerrejón en Alameda de
Hércules (Universidad flamenca sevillana), 2008.